viernes, 28 de mayo de 2010

LA SOLEDAD EN MI ALMA


Las olas rompen contra el paseo, calmadas, pero con la furia reprimida del mar .
Las luces se reflejan en el agua, oscurecida por la noche. La suave brisa eleva el aroma del mar hasta mí. Cierro los ojos y te sueño. Una lágrima furtiva cruza mi mejilla. Miro al infinito y te pienso. En alguna otra orilla estás tú mirando el mismo mar, como todas las noches de luna llena.
No importa cuando te quieras alejar de mí, siempre sera un Te quiero, y éste nuestro mar, será testigo
El mar, ese mar, nuestro mar, me hipnotiza, me quita la coraza que me he puesto y desnuda mi alma. Solo tu sabes lo que hay dentro, y ni tu sabes lo que yo aún siento. He rehecho mi vida sobre los pedazos de nuestro amor, pero el mar mueve esos pedazos y derrumba mi convicción.
Con la última ola me ha parecido oír tu voz, en el rumor del viento, en mi alma. Cierro los ojos e intento disfrutar de estos momentos robados a mi vida. Soy tuyo, aunque no lo sabes, te Quiero aunque lo dudes. Te tengo anclada en mi pecho y ni sé -ni quiero- quitarte de él.
Te veo en aquella playa, en una noche, nuestra primero noche. La suerte ya se había decidido, pero quisimos vivirla como si no hubiera un mañana, porque el mañana me alejaba de ti. Paseábamos por la orilla, tu con mi vestido blanco que mecía la brisa, tú con tu sonrisa y esos ojos bonitos como de mar. Solo un pescador era testigo de nuestro caminar.
Aún siento en mi mano la tuya, acariciándomela, demostrándome lo que yo ya sabía pero me había negado a escuchar. Tu calor, aun creo sentirlo. Tu respiración agitada, intentando en vano que las lagrimas no manaran de tus ojos, tus lindos ojos. Apuré a secarlas, y mi acto solo logró que más se te escaparan.
Te Quiero vida, ¿cómo quieres que te lo diga?¿Qué necesitas para escogerme a mí? Sea lo que sea lo haré, por ti.
Ya no hay vuelta a atrás, dejemos de torturarnos con palabras, aprovechemos el tiempo que el alba camina rauda hacia nosotros. Te besé.
En ese beso confluían todo un torrente de sentimientos, dolor, amor, tristeza, pasión. Un solo alma dividida que obligaban a separar. Un corazón partido por la mitad. Un sueño adolescente, roto.
Me abrazaste fuerte, muy fuerte, contra ti. Podía sentir el palpitar de tu corazón, acelerado, la humedad de mis lagrimas y tus lagrimas, saladas, mezcladas, un solo llanto.
Poco a poco los besos se apasionaron, cada vez había menos dolor y más pasión en ellos. Comencé a notar que algo crecía bajo mis pantalones y que te presionaba al tiempo que tú me abrazabas. Te miré a los ojos y sonreí. Sin llegar a soltar tu mano te recosté sobre la arena, suplicándote con tu mirada que yo también lo hiciera.
Abrazados nos tendimos en la playa, estábamos solos, hacía un rato que el pescador había recogido sus aparejos y se había ido. Tus manos acariciaban mi piel, con deseo contenido, pausadamente. Mis manos ansiaban tu piel, sentir su calor, su tacto. Aspiraba tu olor para embriagarme de él, para fijarte en mi mente, para guardarte por completo en un rincón de mi memoria donde permanecerás por siempre.
Te acaricié el rostro, suave y delicado, tu mandíbula, dibuje su contorno. Tu cuello, tu clavícula que se marcaba bajo la camiseta. Bajé mi mano por tu pecho, sobre la ropa, y buscando un hueco para acariciar tu piel.
Tus manos vagaban sin rumbo fijo por encima de mis ropas, como si temieran llegar más lejos, como si temieras tenerme para luego perderme.
Por fin tus caricias tuvieron el valor de llegar a mi piel, que se estremecía con cada una de ellas. Tus manos recorrían mis hombros, despojándome de la camisa, liberando mi intimidad. Bajaron poco a poco hacia mi pecho, que deseoso estaba de tus caricias.
Levante tu timidez levemente, y mi mano se adentro en busca de tu secreto más intimo. Agitando al tiempo tu respiración. Mis caricias se intensificaron, nublando tu mente, haciéndonos olvidar todo lo que nos rodeaba.
Me despojé de mi ropa y me subí sobre ti. Mi boca buscaba tu boca, mi piel tu piel. No quedó un cm de tu piel que mis labios que no recorrieran. El plato fuerte para el final. Un delicado beso en tus labios mayores. Pura ternura.
Senti mi cuerpo desafiar la gravedad. Tu sexo se había diluido bajo mis caricias y nuestros cuerpos ansiaban ser uno solo. Se lo permitimos. Suavemente me introduje en ti, sintiendo como cada resquicio de tu intimidad era invadida por mi. Trazas de pasión y placer nublaban mi mente, mareándome. Me negué a sucumbir. Los movimientos pausados iniciales fueron en creciendondo hasta finalizar en una explosión de sensaciones y de placer.
Caí tendido sobre la arena y me abrazaste, y lloramos. Conscientes de que jamás volveríamos a amarnos, que los besos que nos estábamos dando eran lo últimos, que cuando volviéramos a la ciudad, todo habría acabado, que ese besó sería el último, que nosotros se quedó atrás.
Otra lagrima se me escapa al recordarte. Siento como ella se acerca y me apuro a borrar la lagrima de mi rostro. Me giro y pinto en mi cara la mejor de mis sonrisas.



2 comentarios:

  1. Tas volando amiga. Buen post, me ha encantado de principio a fin... me gusto bastante... saludos, un enorme abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Hay amores que aunque se alejan, se quedan mucho tiempo dentro de uno mismo... y el recuerdo, y la distancia, sólo hacen que inventemos sobre esa persona un paraíso. Es peligroso, creo yo. Mejor amar a quien se tiene al lado, o no amar. O no irse.

    saluos!

    ResponderEliminar