El poeta no acaricia tu cuello por detrás;
sino que desgrana uno a uno sus puntos
vorazmente en el espacio circunscripto…
El poeta no susurra palabras de amor
en el excitado oído; sino que canta una canción
evaporada en gotas de aire enamorado
que nada hasta tu tímpano…
El poeta no transita con sus manos
el vientre buscando la libido;
sino que lo transforma en versos presos
de tus células y las recorre tiernamente
como una brisa en la húmeda prisión
del estío. El poeta no profana
tu sexo ni lo consume en minutos de
histérico delirio; sino que lo recorre,
lo explora y lo degusta cual si fuera
el más enigmático y bello laberinto…
El poeta no se da media vuelta en la cama,
fuma un cigarro y se olvida simplemente
de lo vivido; sino que te observa,
te respira y te escribe lentamente
sobre la temblorosa piel lo que ha sentido…
Mutando tus poros de amante enajenado
en su más codiciado pergamino.